No sabemos qué es la poesía. Los conceptos unívocos a los cuales llamábamos hace poco "el mundo", "la realidad", "la naturaleza", "la cultura", "la poesía" se han vuelto ingenuamente reductores desde que los investigadores han tomado conciencia de la pluralidad del mundo y de las culturas, de la compleja crecida de niveles de realidad y de niveles de percepción escapando a la lógica aristotélica y a la dialéctica binaria. De este modo existe una infinitud de niveles de verdad y de complejidad de la poesía, una verticalidad de niveles de percepción de la poesía, una pluralidad de direcciones de búsqueda, una multiplicidad de formas de arte poética.
Una cantidad de corrientes de la poesía contemporánea
son extranjeras a la elevada poesía iniciadora que fue aquella originada en el
Oriente. Sin duda alguna los adeptos del Gran juego lo habían percibido
claramente descubriendo los versículos de Rig Véda. René Daumal y sus amigos
habían abierto un camino poético, místico y agnóstico, a través de las culturas
contradictorias del Oriente y Occidente, como a través las ciencias orientadas
exclusivamente hacia el polo del Sujeto y las ciencias orientadas hacia el polo
del Objeto. En Francia como en otros lugares existen todavía poetas abiertos a
la dimensión invisible de lo "sagrado de cohesión" para
diferenciarlo, como lo hizo Roger Callois de lo "sagrado de
disolución". Hay poetas transreligiosos colmados por el sentimiento de lo
Absoluto, como por ejemplo el poeta árabe: Adonis. Poetas místico ateos como
Bernard Noël. Poetas de la enigma con diferentes grados de intensidad en el
régimen del fuego. Buscadores de verdad para quienes la poesía iniciadora que
tiende hacia el conocimiento unitivo se inclina a enlazar la ciencia del hombre
con la del universo.
Poesía hechicera y zahorí. Poesía que despierta. Sólo
el poeta despierto sabe que los vivos tienen la misma esencia que los muertos.
Pero la poesía la más despierta hoy sólo está viva en las catacumbas de una
época que es víctima de la desintegración de todos los valores, la degeneración
de todas las religiones, la caída de los últimos mitos tales como el marxismo y
la escatología utópica de la ciencia. En un mundo que ha perdido todo punto de
referencia, hay todavía aquí y allá heréticos portadores del fuego sagrado,
alquimistas del silencio y adivinos. Los medios de comunicación tienen miedo
del silencio. Insensibles a la poesía elevada, los hombres que viven en la
superficie de la vida son incapaces de presentir el secreto del silencio vivo
escondido en todo silencio de muerte.
Norte, Sur, Este, Oeste forman parte de la misma Rosa
de los Vientos y están generados por el mismo signo enigmático. Toda verdadera
búsqueda poética, cualquiera que sea su lengua o la naturaleza de su cultura,
está orientada hacia el centro e intenta aproximarse al sentido ante el cual el
poeta Antonin Artaud exclamó:- ¿Pero quién a bebido de la fuente de la vida?
Entre los caminos de búsqueda que convergen, cada uno por su propia vía de
pasaje, hacia la inaccesible fuente de vida, podríamos llamar transpoesía la
vía transfiguradora del poeta zahorí orientado hacia el autoconocimiento y la
unidad del conocimiento. Mirada que atraviesa y sobrepasa la poesía.
Poseído por el sentimiento de lo Absoluto, el poeta
zahorí es hoy ciudadano del mundo. El es transnacional en el sentido de
sentirserelativamente ligado a varios niveles de realidad al mismo tiempo, pero
absolutamente involucrado a aquello que los atraviesa y los excede. Es decir
que él se siente ciudadano del cosmos, después de la Tierra ( la
"aldea-planeta" de Jacques Delors), luego Europeo, después Francés,
después de Córcega por ejemplo. Lo esencial es no hacer universal ningún nivel
de realidad. Lamentablemente el hombre tiene una tendencia molesta , decía en
substancia Kierkegaard, a relativisar lo Absoluto, haciendo absoluto lo
relativo. Se trata, por el contrario, de abandonar nuestras identificaciones
absolutistas para acceder a lo que René Berger llama una trans-identidad;
concepto infinitamente abierto análogo a aquel de la identidad infinita de toda
conciencia despierta a su trascendencia interior y a la trascendencia del
universo, por lo tanto a una doble trascendencia a percibir unitivamente. Por
lo tanto podemos ser a la vez nacionales por apariencia de una cultura
territorial y transnacionales por espíritu transcultural.
Ser transcultural , es, en esencial, no dejarse
alienar por las formas y las creencias , por sistemas de pensamiento y de
enseñanzas formales. Es abrir a la trascendencia del sentido del sentido más
allá del lenguaje, abertura que el chaman mexicano Don Juan Matus llama el
"conocimiento silencioso" inseparable de nuestra luminosa ignorancia.
El poeta zahorí tiende a reconciliar las hermanas enemigas: la poesía y la
filosofía. La visión transcultural de la poesía es forzosamente transreligiosa;
es planetaria antes de ser europea, francesa o de otra parte; florece en el
centro de la Rosa de los Vientos; está abierta a todas las diferencias. Nuestra
identidad occidental es ilusoria en la medida que no integra al Otro- la
oriental-que somos de toda eternidad. En esta óptica, Rûmi es nuestro maestro
del vivir a mismo título que Maestro Eckhart. Nuestra comprehensión de toda
cultura diferente a la nuestra sólo puede resultar de nuestra propia
comprehensión abierta a la identidad de contrarios. Formamos parte como ellos
mismos del mismo Nos trascendental para hacer referencia a la visión , en
Edmund Hursserl, de la intersubjetividad absoluta de los seres y las cosas
rigiendo la esencia de la vida.
Uno de los axiomas del poeta zahorí, es el principio
absoluto de la relatividad de toda realidad y de todo lenguaje. El sabe que
todo es metáfora. El sabe que la paradoja del lenguaje poético es de hacer
alusión a aquello que escapa al lenguaje. Olvidamos a menudo que el lenguaje es
una enorme muralla China. El poeta zahorí la atraviesa abriéndose al silencio
viviente. Es por ahí que el poeta escapa a la prisión de la lengua. "No
hay poesía sin silencio" decía Roberto Juarroz. Esa presencia
infinitamente cercana infinitamente lejana del silencio viviente, podemos
llamarla indiferentemente presencia de lo sagrado o conciencia de la
trascendencia inmanente en el sentido que la trascendencia es inmanente de la
conciencia misma. Es del orden del secreto que la poesía iniciadora tienta, por
imposible, de compartir. Es un secreto transpoético, puesto que atraviesa la
palabra y el silencio, puesto que está más arriba de la palabra y del silencio.
Es el tercio secretamente incluido en la oposición binaria de la palabra y del
silencio. Ese tercio incluido, ningún poeta jamás dijo ni dirá que es. Maestro
Eckhart hace alusión evocando la esencia de una "tercera palabra" que
no está dicha ni pensada y que jamás ha sido expresada. El silencio poético
puede acceder, en lo que vive, a un alto grado luminoso de silencio. Sólo ese silencio
puede delibrarnos de la sombra oscura y de la gravidez del lenguaje. No es un
silencio vacío, es un silencio lleno e incluso desbordante de sentidos
silenciosos. Poco importa el nombre que sirve para señalar el abismo o el
agujero escondido en la lengua, dicho de otro modo el no- referente que escapa
a todo lenguaje. El poeta zahorí utiliza libremente las palabras como flechas
tiradas hacia lo Impronunciable, hacia la Fuente inaccesible pero inagotable.
En tanto que hombre de límites sólo puede aproximarse sin alcanzarla. Decir
"la Fuente" es entonces una metáfora; aquella del enigma del ¿Quién?
y de la enigma del ¿Qué? que son una sola y misma enigma. El poeta es libre de
hacer alusión evocando el Sin-Nombre, el Sin-Forma o el Sin-Fondo. Es paradojicamente
el Sin-Fondo que funda la unidad del conocimiento poético.
Vivimos en un mundo donde la tecnociencia genera una
tecnocultura que no tiene nada que ver con la agricultura del alma. Con los
poderes exorbitantes de esta mundialisación salvaje,¿ qué contra-poderes podrán
oponer los poetas zahoríes?. La resistencia a los entenebrecidos medios. La
autotransformación hacia el autoconocimiento. Nuestra visión del mundo sólo
puede cambiar si nosotros cambiamos del interior, si nos estados de conciencia
evolucionan, según la palabra de Goethe, hacia mayor luz, Mehr Licht ! En el
combate titanico donde se oponen la luz y las tinieblas, cada uno, según su
naturaleza, sirve ya sea a la neguentropia , sea a la entropía, o bien a la
evolución de la conciencia o bien a su involución. Cada uno es el instrumento
consciente o inconsciente de fuerzas que depasan su comprensión. Los poetas
zahoríes saben de que lado combaten. El paradigma de la poesía transcultural,
es antes que nada la necesidad de despertar del hombre a aquello que lo funda,
a aquello que lo atraviesa y a aquello que lo sobrepasa. El manifiesto de la
Transdiciplina de Basarab Nicolescu, físico cuántico pero autor de un millar de
Teoremas poéticos, abre caminos de encuentro entre los poetas y los
científicos, entre los investigadores de ciencias humanas y los investigadores
de ciencias exactas. Es un viraje radicalmente nuevo. Es el germen de una nueva
alianza entre investigadores y creativos de todas las disciplinas contra las
aves de rapiña que están en el poder. Un elevado número de astrofísicos y de
físicos cuánticos se revelan como poetas metafísicos. La alianza de los
buscadores de la verdad, unos interrogando el polo del Sujeto y los otros el
polo del Objeto y su interacción transdiciplinaria, pueden constituir un
indestructible nudo de luz contra las tinieblas programadas de las aves de
rapiña. El destino de la humanidad no está decidido de antemano, se crea a cada
instante. Arrojado en la nave-tierra en una fabulosa aventura cósmica, el
fenómeno humano posee en su corazón la inagotable potencia de despertar a la
luz trascendente de su propia fuente interior. Es la vocación de poetas
zahoríes de hacer alusión creando nuevos puntos de referencia y nuevos signos
de orientación sobre el camino sin camino del infinito interior.
trad. Vivian Lofiego
Texte publié dans Transversales
Science/Culture,
n°44, mars-avril 1997