El
Tabernáculo en el Desierto
No hay duda de que mucho del material registrado en los primeros cinco
libros del Viejo Testamento se deriva de los rituales introductorios de los Misterios
Egipcios. Los
sacerdotes de Isis eran profunda-mente versados en el saber oculto, y los israelitas durante su cautiverio en Egipto aprendieron de ellos muchas cosas con respecto a
la significación de la Divinidad y la manera de adorarla. La autoría de los primeros cinco
libros del Viejo Testamento se atribuye generalmente a Moisés, pero si fue el escritor real
de ellos o no es un asunto de controversia. Hay considerable evidencia para substanciar la
hipótesis de que el Pentateuco fue compilado en una fecha muy posterior, de las tradiciones
orales. Con respecto a la autoría de estos libros, Thomas Inman hace una
declaración bastante sorprendente: "Es verdad que tenemos libros que aparentan ser los
libros de Moisés; por lo tanto hay, o han habido, libros que aparentan ser escritos por Homero,
Orfeo, Enoch, Mormon, y Junius; sin embargo la existencia de los escritos, y la creencia
de que fueron escritos por aquellos cuyos nombre ostentan, no son evidencias reales de los hombres o la autenticidad de los trabajos evocados por sus nombres. Es verdad también
que se hable de Moisés ocasionalmente en los tiempos de los primeros Reyes de Jerusalén;
pero es claro que estos pasajes son escritos por una mano posterior, y han sido
introducidos en los lugares donde se encuentran, con la intención definida de hacer aparecer
que el legislador era conocido de David y Salomón."
Mientras que este notable erudito sin duda tenía mucha evidencia para
apoyar su creencia, parece que esta declaración es algo demasiado radical en carácter. Está
aparentemente basada en el hecho de que Thomas Inman dudaba de la existencia histórica
de Moisés. Esta duda estaba basada en la semejanza etimológica de la palabra Moisés al
nombre antiguo del sol. Como resultado de estas deducciones, Inman buscó probar que el
Legislador de Israel fue meramente otra forma del mito solar omnipresente. Mientras que
Inman demostraba que transponiendo dos de las letras antiguas de la palabra
Moisés (משה) se convirtía en Shemmah (שמה), una denominación del globo celestial, parece haber pasado por alto el hecho de que en los Misterios antiguos con frecuencia se les
daba a los iniciados nombres sinónimos al sol, para simbolizar el hecho de que se había logrado
la redención y la regeneración del poder solar dentro de sus propias naturalezas. Es
mucho más probable que el hombre que conocemos como Moisés fuese un representante acreditado
de las escuelas secretas, trabajando--como muchos otros emisarios han
trabajado--para instruir a las razas primitivas en los misterios de sus almas inmortales.
El verdadero nombre del Gran Padre de Israel que es conocido en la
historia como Moisés probablemente nunca se averiguará. La palabra Moisés, cuando se entiende
en su sentido esotérico egipcio, significa que ha sido admitido en las Escuelas de
Misterio de Sabiduría y ha salido para enseñar al ignorante con respecto a la voluntad de los
dioses y los misterios de la vida, ya que estos misterios fueron explicados dentro de los templos
de Isis, Osiris, y Serapis. Hay mucha contro-versia con respecto a la nacionalidad de Moisés.
Algunos afirman que era judío, adoptado y educado por la casa gobernante de Egipto;
otros sostienen la opinión de que era totalmente de sangre egipcia. Hasta
algunos creen que él era idéntico al inmortal Hermes, ya que estos dos ilustres fundadores de
los sistemas religiosos recibieron tablas del cielo supuestamente escritas por el dedo
de Dios. Las historias contadas con respecto a Moisés, su descubrimiento en la barcaza
de juncos por la hija del Faraón, su adopción en la familia real de Egipto, y su posterior
revuelta contra la autocracia egipcia coincide exactamente con ciertas ceremonias a través de
las cuales pasaron los candidatos de los Misterios Egipcios en sus peregrinajes
ritualísticos en búsqueda de la verdad y el entendimiento.
La analogía también puede
rastrearse en los movimientos de los cuerpos celestes. No es extraño de que el erudito Moisés, iniciado en Egipto, debiera
enseñar a los judíos una filosofía que contuviera los principios más importantes del esoterismo
egipcio. Las religiones de Egipto en el tiempo del cautiverio israelita eran mucho más
antiguas de lo que los mismos egipcios se dieran cuenta. Las historias eran difíciles de
compilar en esos días, y los egipcios estaban satisfechos de rastrear su raza hasta un
período mitológico cuando los dioses mismos caminaban por la tierra y con su propio poder
establecieron el Imperio Doble del Nilo. Los egipcios no fantaseaban con que estos divinos
progenitores eran los Atlantes, que, forzados a abandonar sus siete islas debido a
cataclismos volcánicos, habían emigrado a Egipto--por entonces una colonia
atlante--donde establecieron un gran centro filosófico y literario de civilización que
posteriormente iba a influir profundamente en las religiones y la ciencia de innumerables razas
y pueblos. Hoy Egipto está olvidado, pero las cosas egipcias siempre serán recordadas y
reverenciadas. Egipto está muerto--sin embargo vive inmortal en su filosofía y
arquitectónica. Así como Odín fundó sus Misterios en Escandinavia, y Quexalcoatl en
México, así Moisés, trabajando por entonces con los pueblos nómades de las doce tribus de Israel,
estableció en medio de ellos su escuela secreta y simbólica, que se ha llegado a conocer
como Los Misterios del Tabernáculo.
El Tabernáculo de los Judíos era meramente un templo diseñado a semejanza de los templos de Egipto, y transportable para satisfacer las necesidades de esa disposición errante de la que eran famosos los israelitas. Todas las partes del Tabernáculo y el cerramiento que lo rodeaba eran simbólicas de una gran verdad natural o filosófica. Para el ignorante no era sino un lugar para traer ofrendas y en el cual hacer sacrificios; para el sabio era un templo de conocimiento, sagrado al Espíritu Universal de la Sabiduría. Mientras que las más grandes mentes de los mundos judío y cristiano se han dado cuenta de que la Biblia es un libro de alegorías, pocos parecen haberse tomado el trabajo de investigar sus símbolos y parábolas. Mientras que Moisés instituía sus Misterios, se dice que le ha dado a unos cuantos iniciados elegidos ciertas enseñanzas orales que nunca podrían ser escritas pero que habían de preservarse de una generación para la próxima por transmisión de boca en boca. Estas instrucciones fueron en forma de claves filosóficas, por medio de las cuales se hicieron alegorías para revelar su significación oculta. Estas claves místicas para sus sagradas escrituras fueron llamadas por los judíos Qabbalah (Cabala, Kaballah).
El mundo moderno parece haber olvidado la existencia de aquellas enseñanzas no escritas que explicaban satisfactoriamente las aparentes contradicciones de las Escrituras escritas, ni recuerda que los paganos designaron a su Jano de dos caras como el custodio de la llave
del Templo de la Sabiduría. Jano ha sido metamorfoseado en San Pedro,
simbolizado con tanta frecuencia sosteniendo en la mano la llave de la puerta del cielo.
Las llaves de oro y plata del "Vicario de Dios en la Tierra," el Papa,
simboliza esta "doctrina secreta" que, cuando se entiende apropiadamente, abre el cofre de los tesoros de la
Cábala judía y cristiana. Los templos del misticismo egipcio (de los cuales se copió el Tabernáculo)
eran--de acuerdo con sus propios sacerdotes representaciones en miniatura del
universo. El sistema solar siempre fue considerado como un gran templo de iniciación, al que
los candidatos
entraban a través de las puertas del nacimiento; después de andar por los
tortuosos pasillos de la existencia terrenal, finalmente se aproximaban al velo del Gran
Misterio--la Muerte-- a través de cuya puerta desaparecían nuevamente en el mundo invisible. Sócrates sutilmente le recordaba a sus discípulos que la Muerte era, en realidad,
la gran iniciación, ya que sus últimas palabras fueron: "Crito, le debo un gallo a
Asclepios; ¿te vas a acordar de pagar la deuda?" (Como el gallo era sagrado para los dioses y el
sacrificio de esta ave acompañaba la introducción del candidato en los Misterios, Sócrates
insinuó que estaba a punto de tomar su gran iniciación.)
La vida es el gran misterio, y solo aquellos que pasan exitosamente a través de sus pruebas, interpretándolas correctamente y extrayendo la esencia de la experiencia de allí, logran la verdadera comprensión. Así, se construyeron templos con la forma del mundo y sus rituales se basaron en la vida y sus innumerables problemas. No solo el Tabernáculo en sí fue diseñado de acuerdo con el misticismo egipcio; sus utensilios eran también de la antigua y aceptada forma. El Arca
de la Alianza en sí era una adaptación del Arca Egipcia, hasta en las
figuras arrodilladas sobre su cubierta. Los bajo-relieves en el Templo de Philæ muestran a los
sacerdotes egipcios que llevan su Arca--que se parece mucho al Arca de los
judíos--sobre sus hombros por medio de varas como aquellas descriptas en el Éxodo. La siguiente descripción del Tabernáculo y sus sacerdotes está basado en
el relato de su construcción y ceremonias registrados por Josephus en el Tercer Libro de
su Antigüedades de los Judíos. Las referencias de la Biblia son de una Biblia
"Breeches" (famosa por su interpretación del séptimo verso del tercer capítulo del Génesis), impreso
en Londres en 1599, y las citas son reproducidas en su ortografía y puntuación original.
1 comentario:
gracias.muy interesante
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